Ucrania advierte del riesgo de un brote de cólera en Mariupol

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Después del asedio sangriento otro azote llega a la ciudad portuaria ocupada por Rusia. Enfermedades altamente infecciosas y muy graves como el cólera o la disentería asoman la cabeza entre las pilas de cadáveres sin enterrar, la basura y los cascotes producto de la salvaje batalla que se produjo como consecuencia del cerco ruso a Mariupol. Así lo asegura el alcalde de Mariupol, Vadym Boychenko, exiliado de la urbe. El dirigente colocado por Moscú en su sustitución niega tal extremo.
«Cólera, disentería y otras enfermedades infecciosas ya están en la ciudad», subraya Boychenko en declaraciones a la cadena BBC. El alcalde asegura que, para evitar su expansión, la ciudad ha sido puesta en cuarentena. No obstante, las autoridades ucranianas, limitadas en su capacidad de tomar muestras sobre el terreno, admiten que no han detectado ningún caso de dichas enfermedades.
Naciones Unidas ha advertido de que, debido a las condiciones presentes en Mariupol, aguas residuales se han infiltrado en el sistema de agua corriente. Expertos advierten de la posibilidad de una ‘tormenta perfecta’ si a las consecuencias de la guerra se les añaden tempestades y el clima cálido del verano, disparando los niveles de bacterias en el entorno. Sin confirmar la presencia del cólera o la disentería, la Organización Mundial de la salud ha tildado de «gran peligro» la situación sanitaria allí.
El cólera es una enfermedad de origen bacteriano provocada por un virus altamente infeccioso en condiciones de insalubridad, por lo que se suele relacionar su aparición con las condiciones precarias propias de la pobreza. Se caracteriza por la diarrea aguda, que viene acompañada de una veloz pérdida de líquidos que puede resultar letal. La disentería guarda similitud en algunos síntomas y se ha convertido, a lo largo de la historia, en la protagonista negativa de muchas guerras.
Mariupol ha quedado devastada. A mediados del mes pasado, los últimos efectivos del ejército ucraniano abandonaron su reducto en la localidad mediante un acuerdo con Rusia. Desde entonces, y aunque Moscú se ha comprometido a reconstruir los edificios dañados -Kiev estima que el 90% de la ciudad está hecha trizas-, la destrucción sigue predominando. Un informador que ha viajado a allí con aprobación rusa ha podido grabar una explanada con cientos de tumbas, síntoma del desastre sufrido.
Antes de la guerra vivían en Mariupol cerca de medio millón de personas. Se desconoce cuántos civiles quedan en este momento. Kiev ha denunciado que al menos 20.000 civiles han sido deportados forzosamente a Rusia. Una acusación más pesa recientemente sobre el Kremlin: el temor a que emplee armas químicas letales o que, por efecto de los combates, instalaciones químicas resulten dañadas, perjudicando severamente a la población.
El foco de las preocupaciones de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPCW) es Severodonetsk, donde se está librando una de las batallas más cruentas desde el inicio de la invasión rusa. Según fuentes rusas, combatientes ucranianos han tomado posiciones en Azot, una zona industrial de la ciudad oriental que cuenta con una planta química. La semana pasada, fuerzas gubernamentales ucranianas denunciaron el impacto de proyectiles rusos en un tanque de ácido nítrico. «Desde el inicio del conflicto, el Secretariado Técnico de la OPCW ha seguido de cerca la situación en Ucrania», afirmó este viernes la organización asociada a la ONU, cuyo director, Fernando Arias, se reunió en el mismo día con el presidente del parlamento ucraniano Ruslan Stefanchuk.