Sinn Féin desafía a Boris Johnson por el Protocolo de Irlanda

Sinn Féin desafía a Boris Johnson por el Protocolo de Irlanda

Boris Johnson siempre consideró la cuestión de Irlanda como el «mosquito» molesto en las negociaciones del Brexit. Tal vez por eso no se ha prodigado en viajes a Belfast, por temor a los «picotazos» del controvertido Protocolo cuando están a punto de cumplirse seis años del referéndum. El «premier» apareció finalmente en el capital del Ulster el lunes, una semana después de su escapada a Helsinki, al reclamo de la asignatura pendiente desde la salida de la UE.

Johnson adelantó su intención de «reformar» el Protocolo de Irlanda pero no «romperlo» directamente. Por un lado aseguró que aún hay «un lugar de aterrizaje sensato» con Bruselas, pero por otro advirtió de la «necesidad de actuar». La posibilidad de que esa acción se consume el martes, con el anuncio de una nueva ley que unilateralmente suspenda partes del acuerdo sellado con la UE, ha disparado las alarmas, aunque también las suspicacias.

La incursión de Johnson en Belfast coincide esta semana con el viaje de una delegación de congresistas norteamericanos, preoupados por el futuro del Acuerdo de Paz del Viernes Santo y la posibilidad de disturbios sociales. El ministro de Exteriores irlandés, Simon Coveney, le recordó entre tanto al «premier» que a su país le espera «un verano difícil» si decide abrir una guerra comercial con la UE, con el trasfondo del conflicto de Ucrania y la crisis del coste de la vida.

Johnson moderó en cualquier caso su discurso a la llegada a Irlanda del Norte, consciente de la úlceras levantadas por su secretaria de Exteriores Liz Truss, que empezó en tono conciliador con Bruselas pero que ha ido virando hacia posturas de dureza por hacerle el juego a las bases «brexiteras» y ofrecerse de paso como alternativa creíble a Johnson si sigue mordiendo el «Partygate».

En un artículo en The Befast Telegraph, el propio Johnson recordaba que el Protocolo de Irlanda fue negociado «de buena fe», aunque implícitamente reconoció que se hizo de un modo precipitado, antes de que se aprobara el Acuerdo de Comercio y Cooperación con Bruselas. El «premier» recalcó que el acuerdo fue pactado «antes de una epidemia global y una guerra en Europa que ha creado la mayor crisis del coste de la vida en medio siglo».

Ante las peticiones de los partidos unionistas de arrojar al cubo de la basura el Protocolo, Johnson reiteró que esa es «la respuesta equivocada», y que la solución estriba en introducir cambios (como la creación de una «carril verde» para productos de Gran Bretaña de venta exclusiva en Irlanda del Norte) y tener un texto «reformado» antes del 2024.

Los partidos unionistas sostienen que el Protocolo ha servido para crear una aduana interior en el Mar de Irlanda y piden simplemente que caigan las barreras. Jeffrey Donaldson, líder del Partido Democrático Unionista (DUP), moderó sin embargo su discurso ante la visita de Johnson y dejó la puerta abierta a la «reforma» del Protocolo, no sin antes advertir al «premier»: «No nos bastan las palabras, queremos acciones».

De momento, el DUP ha boicoteado la nueva Asamblea de Stormont y ha renunciado a formar parte de un Gobierno de «poder compartido», tal y como estipula el Acuerdo del Viernes Santo. Después de perder su posición hegemónica, tras la victoria histórica de Sinn Féin, los uninonistas han decidido apostar por el obstruccionismo y cerrar los ojos ante la evidencia: los partidos a favor del Protocolo de Irlanda ganan por 53 a 37 en la nueva distribución de fuerzas.

La líder local de Sinn Féin y futura ministra principal, Michelle O’Neill, ha acusado a los unionistas de querer «secuestrar» la voluntad de los norirlandeses y ha recordado que el Protocolo es la garantía para evitar la vuelta a una frontera dura en tierra entre las dos Irlandas. O’Neill se ha mostrado partidaria de una solución negociada con la UE para modificar asuntos puntuales del texto acordado en su día.

Los empresarios norirlandeses han tomado también cartas en el asunto y han pedido a Johnson que no adopte una «acción unilateral» en una carta firmada por las 14 asociaciones más representativas, que consideran que existe aún una posibilidad de acuerdo con la UE. Los empresarios lamentan el escaso contacto que han podido mantener con Downing Street y la «polarización política» causada por el Protocolo.