El G7 pone el ojo en el oro de Moscú

El G7 pone el ojo en el oro de Moscú

Cumbre de la OTAN La guía de la OTAN para el mundo más peligroso de su Historia

La cumbre del G7 que ha arrancado hoy en Baviera será controvertida y no sólo porque los líderes de los siete países más industrializados del planeta -Estados Unidos, Alemania, Japón Canadá, Francia, Reino Unido e Italia- deberán buscar fórmulas para aliviar la situación económica global creada en parte por las sanciones que ellos mismos han puesto a Rusia por la invasión de Ucrania, sino porque el frente anglosajón, Estados Unidos y Reino Unido, quieren tensar aún más la cuerda y el objetivo ahora es el oro de Moscú.

«Juntos, el G7 anunciaremos la prohibición a la importación de oro ruso, una importante exportación que genera decenas de miles de millones de dólares para Rusia», ha hecho saber Biden en su cuenta de Twitter, una vez arrancada la cumbre, que también reúne a los líderes de la Unión Europea y de economías emergentes, entre ellas Argentina.

«Todos estamos preocupados por la crisis que tenemos que afrontar ahora. En algunos países caen los índices de crecimiento, sube la inflación, escasean los combustibles y las cadenas de suministro se bloquea. No son retos menores y por eso tenemos que actuar de manera conjunta y asumir nuestras responsabilidades», declaró el canciller alemán Olaf Scholz, anfitrión de la cita.

La primera jornada de la cumbre, que se celebra en un hotel de lujo aislado por la naturaleza y protegido por un cinturón de seguridad con un radio de 16 kilómetros, ya ha dado un resultado, un macroplan de infraestructuras para países de ingresos medios y bajos por valor de 600.000 millones de dólares (568.350 millones de euros), de los que Estados Unidos asumirá 200.000 (189.450 euros). La idea, dicho alto y claro, es «contrarrestar el avance de China», país al que la Casa Blanca considera el mayor desafío a largo plazo para el orden mundial, según palabras del secretario de Estados Antony Blinken.

La llamada «Asociación para la Infraestructura Global (PGII)», pretende cerrar la brecha de infraestructuras en los países en desarrollo, fortalecer la economía mundial y apoyar los intereses económicos y de seguridad nacional de los países del G7. Las inversiones priorizarán las infraestructuras resistentes al clima, la seguridad energética mundial y la tecnología digital, reforzar la igualdad de género y la infraestructura sanitaria.

Este primer resultado de la cumbre en Elmau (sur de Alemania) salió rodado. Al comienzo de las conversaciones, el ambiente aún era distendido. Incluso los primeros ministros del Reino Unido, Boris Johnson, y de Canadá, Justin Trudeau, se permitieron bromear sobre el presidente ruso, Vladimir Putin, cuyo nombre saldrá a relucir mil veces en la cumbre. Johnson preguntó a los demás líderes del G7 sentados a la mesa si debería dejarse la chaqueta puesta. «Todos tenemos que demostrar que somos más duros que Putin», dijo Trudeau, que le respondió aunque para ello sea necesario «montar a caballo a pecho descubierto», en referencia a la foto propagandística difundida por el Kremlin.

Tras el buen arranque, Biden pondrá sobre la mesa la propuesta de la Secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, de poner límite de precios para el petróleo ruso con el fin de contener las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y reducir los ingresos del Kremlin por las exportaciones de petróleo. Se trata en definitiva, de intervenir el mercado, aunque sólo funcionaría si todos los importadores del mundo se ponen de acuerdo.

«La idea de un tope de precios es básicamente buena, ya que significaría que Rusia recibiría menos ingresos por la misma cantidad de suministros», opina Alexander Sandkamp, del Instituto de Economía Mundial de Kiel (IfW),. «Sin embargo, este mecanismo sólo funciona si todos los países consumidores importantes también lo apoyan. Además de EEUU y la UE, esto incluiría también a China, India e Indonesia. En la actualidad, no es previsible que se pueda alcanzar ese consenso». Es poco probable que China e India se adhieran a tales especificaciones, por lo que la cuestión es cómo Estados Unidos y los países del G7 persuadirán a estos países para que respalden su iniciativa.

Otra de las propuestas a debate será la prohibición de las importaciones de oro ruso.

Reino Unido, Estados Unidos, Japón y Canadá ya han acordado prohibir las importaciones de oro procedentes de Rusia por la guerra de Ucrania, según el Gobierno británico, pero Johnson, instará a los otros tres países industrializados del G7 a que se sumen a la medida para «aislar aún más a Rusia del sistema financiero internacional», dijo.

La medida «golpeará directamente a los oligarcas rusos» y atacará «el corazón de la maquinaria de guerra del presidente Vladimir Putin«, dijo el primer ministro británico Johnson. «Tenemos que cortar el grifo del dinero al régimen de Putin».

El oro es la exportación más importante de Rusia fuera del sector energético, con casi 12.600 millones de libras esterlinas (14.638,11 millones de euros) el año pasado, según el Gobierno británico. Su valor en Rusia también ha aumentado, ya que los oligarcas compran lingotes para evitar el impacto financiero de las sanciones occidentales. Tanto Londres como Washington creen que ampliar las sanciones al oro estrecharía aún más los márgenes financieros de Putin.

Una cosa está clara incluso antes de que la cumbre concluya: Johnson y Biden quieren aumentar la presión sobre Rusia, incluida la militar. El jueves pasado, Estados Unidos anunció nuevas entregas de armas a Ucrania por valor de 450 millones de dólares (426 millones de euros). Desde el comienzo de la guerra, hace cuatro meses, Estados Unidos ya ha suministrado a Ucrania armas y equipos por valor de unos 6.100 millones de dólares (5.778,22 millones de euros).