El acuerdo para traer a la UE gas de EEUU no solucionará la crisis energética, e incluso podría subir el precio de la energía

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se compromete a hacer todo lo posible para aumentar un 66 % las exportaciones de gas natural licuado. Leer

El acuerdo para traer a la UE gas de EEUU no solucionará la crisis energética, e incluso podría subir el precio de la energía

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se compromete a hacer todo lo posible para aumentar un 66 % las exportaciones de gas natural licuado. Leer

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se ha comprometido este viernes a hacer todo lo posible para aumentar un 66 % las exportaciones de gas natural licuado (GNL) a la UE en apoyo de los esfuerzos del bloque para desprenderse de los hidrocarburos rusos.

Así lo ha explicado ante la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en una rueda de prensa conjunta que coincide con la segunda jornada de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del bloque, en la que los Veintisiete debatirán sobre la creación de reservas de gas y las opciones de Bruselas para reducir los precios de la electricidad.

En concreto, Washington quiere enviar al año 15 bcm (miles de millones de metros cúbicos) más a la Unión Europea, lo que supondría elevar la cantidad total anual hasta los 37 bcm, mientras que Estados Unidos envió en 2021 22,2 bcm de gas natural licuado al bloque.

La clave de la medida para reducir la dependencia de esta última del gas ruso arranca de algo que pasó en 2016 en Port Arthur, en la frontera entre Texas y Louisiana. En las afueras de esa ciudad, junto al canal natural de Sabine Pass, que conecta el Golfo de México con el lago de Sabine – que en realidad es una bahía – está una planta regasificadora de la empresa Cheniere.

La instalación fue construida para recibir gas natural líquido a 160 grados bajo cero de barcos y devolverlo al estado gaseoso. Pero en la década pasada Estados Unidos vivió un aumento sin precedentes de la producción de gas y petróleo debido al uso de la técnica conocida como ‘fracturación hidráulica’, o, simplemente, ‘fracking’. Hoy, ese país es el mayor productor de petróleo del mundo, y este año se convertirá, también, en el ‘número uno’ de gas, sobrepasando a Rusia (lo hubiera logrado incluso aunque Vladimir Putin no hubiera invadido Ucrania y a pesar de la hostilidad del Gobierno de Joe Biden hacia los combustibles fósiles).

Así que Cheniere decidió transformar Sabine Pass: en vez de pasar el gas de líquido a gaseoso, lo haría en la dirección contraria. Una vez licuado, el gas se cargaría en barcos para ser exportado. El primer cargamento fue a Corea del Sur. El segundo, a España, un país que tiene más plantas de regasificación que ninguno otro de la UE, pero que no puede reenviarlo a sus socios del norte porque Francia siempre ha vetado la construcción de gasoductos para así proteger su sector eléctrico, basado en la energía nuclear.

Seis años después, el gas natural de Estados Unidos va a jugar un papel importante en la guerra en Ucrania. EEUU y la UE van a anunciar hoy el compromiso de Washington de enviar más gas natural a Europa para que ésta pueda avanzar en su objetivo de dejar de importar esa materia prima energética de Rusia este mismo año. Encima, las medidas que se esperan hoy no acabarán con la dependencia del gas ruso, y tampoco harán la energía más barata, a pesar de que ayer, tras el anuncio de que EEUU iba a exportar más a la UE, el precio de referencia en el mercado de futuros del gas cayó un 4,6%.

El primer problema es que el aumento de las exportaciones que se está barajando -15.000 millones de metros cúbicos- apenas es el 30% de lo que la UE compra en Rusia. El segundo, que la industria del gas en Estados Unidos se basa en el libre mercado. Es decir, no hay cuotas de producción ni acuerdos preferenciales. El GNL se fija, así pues, por medio de contratos, y la mayor parte de la producción ya está adjudicada. Un barco GNL puede cambiar de destino, pero para eso hay que pagar. Como ha explicado Jason Feer, director de inteligencia de la consultora y bróker de energía Poten & Partners a Reuters, «casi todo el gas de Estados Unidos ya tiene dueño. Está bajo contrato». Eso significa que «si Europa quiere más gas, tendrá que pagar por él». La realidad es que falta gas en todo el mundo.

El sector del gas cree que el Gobierno de Estados Unidos tiene una maniobra de acción limitada para enviar barcos GNL a Europa. La semana pasada, el Departamento de Energía autorizó a Cheniere a exportar más. Y Washington ha pedido a sus aliados que estén dispuestos a renunciar a ciertos cargamentos de gas si los europeos hacen ofertas por éstos. Pero, al menos en teoría, la capacidad de influencia de estas medidas es limitada.

El gas es caro en todas partes y el mundo corre peligro de caer en estanflación -inflación y recesión simultáneamente- y hasta de afrontar escasez de alimentos, así que ningún Gobierno está para hacer favores a nadie. Cuando en 2011 se produjo el desastre nuclear de Fukushima, en Japón, ese país cerró temporalmente sus nucleares y compró todo el gas que circulaba por el océano. Los barcos, así, se redirigieron a Japón, y el precio se disparó. Ahora, está pasando lo mismo, solo que a una escala muchísimo mayor.