De la lonja a la fábrica: furgonetas para sortear el bloqueo y garantizar el suministro de alimentos

El paro de los transportistas tensiona la cadena y la industria advierte de que cada dia que pasa «las perdidas son exponenciales» Leer

De la lonja a la fábrica: furgonetas para sortear el bloqueo y garantizar el suministro de alimentos

El paro de los transportistas tensiona la cadena y la industria advierte de que cada dia que pasa "las perdidas son exponenciales" Leer

El sector agroalimentario le dio ayer un ultimátum al Gobierno para que actúe «urgentemente» ante los problemas que está generando el paro de los transportistas en una de las actividades más esenciales para la sociedad: la fabricación y el suministro de alimentos. El conflicto se ha convertido ya en un «problema de Estado, que ya afecta a un sector clave y esencial para la economía», pues ni siquiera durante la declaración del primer estado de alarma, en marzo de 2020, se interrumpió la actividad de este sector, que siempre se protegió por su carácter esencial.

Sin embargo ahora, en pocos días, hay factorías que han tenido que parar porque las materias primas necesarias para la fabricación de alimentos no llegan y porque también hay problemas para transportar el producto finalizado a los puntos de venta. Hay flotas paradas, faltan algunos productos en supermercados de ciertas zonas de España (sobre todo Andalucía y el norte) y empresas y distribución están haciendo virguerías para poder trasladar la mercancía, sustituyendo camiones por furgonetas, por ejemplo. También se está haciendo desde algunas lonjas.

«La situación ya es, en estos momentos, insostenible», instaron ayer en un comunicado asociaciones como Aecoc, Aces, Anged, Aedas, Cooperativas Agro-Alimentarias y Fiab, que representan a toda la cadena de valor, desde el sector primario hasta la distribución.

Las empresas de distribución trabajan para «adaptar su surtido, tratando de reemplazar aquellos productos que no están llegando al punto de venta por otras alternativas», y sortear así el bloqueo del suministro, y apelan a la responsabilidad de los ciudadanos para que no hagan acopio.

«Las empresas se están dejando la piel para que no falte el producto», explica José María Bonmatí, director general de Aecoc, que representa a las empresas de gran consumo. Insiste, como toda la cadena, en que se garantizará el abastecimiento: «La cadena lo ha demostrado otras veces. No va a faltar producto, a lo mejor hay escasez de algunos en concreto, pero se está trabajando para reemplazarlo con alternativas», explica.

Si la semana pasada los problemas afectaban al suministro de frescos, sobre todo en las lonjas, la presión ahora se ha trasladado a las fábricas, porque tiene dificultades en la recepción de los materiales necesarios para su actividad. «Nueve días en una cadena de suministro es mucho tiempo, pues se empieza con el pescado o la leche, pero esta presión se se traslada a las fábricas», dice Bonmatí.

Danone, que fábrica lácteos pero también productos de alimentación infantil, parará en 24 horas sus cuatro plantas en España si no hay una solución rápida y otros gigantes lácteos como Lactalis, Nestlé o Pascual están «en una situación crítica».

Los transportistas que no secundan el paro siguen encontrándose con boicots, como ilustra el hecho de que la Guardia Civil y la Policía tuvieran que escoltar ayer un convoy de camiones con materias primas hasta la fábrica de Estrella Galicia, para evitar que los piquetes interrumpieran el traslado. También Heineken señalaba ayer que se verá imposibilitada a servir sus productos a las superficies comerciales, bares y restaurantes si esto sigue.

Si el viernes los puertos de Cebeiro o Coruña tenían toneladas de pescado almacenado, el suministro del mismo se pudo solventar ayer en parte «porque se está transportando en furgonetas o vehículos particulares», explica Javier Garat, secretario general de Cepesca, la patronal del sector. En las lonjas, eso sí, «el producto se vendió barato, ante las dudas de que pueda llegar a su destino».

El conflicto golpea a un sector, el agroalimentario, también muy afectado por la subida de costes (energía, materias primas y transporte) y que sólo hasta el viernes ya acusaba pérdidas de 600 millones. «Cada día que pasa la repercusión es exponencial. En el décimo día de paro no tienes el mismo impacto que en el cuarto, porque la caída se acelera», dice Bonmatí. Las compañías están asumiendo sobrecostes para poder garantizar el suministro. Estos se cifraban en 130 millones el viernes, aunque la cifra va aumentando.

El carácter esencial del sector hace que este paro sea muy diferente a otros conflictos que han puesto a los gobiernos de turno contra las cuerdas, como el de controladores aéreos en 2020, que obligó a declarar el estado de alarma y movilizar al ejército. También recuerda al movimiento de los chalecos amarillos, que comenzó en Francia en 2018 como protesta por el alza de los combustibles y llegó a paralizar el país con violentas protestas.

La situación es muy desigual en la Península y afecta sobre todo a Andalucía, Extremadura y el norte de España, donde están más presentes los paros. Por contra, Mercamadrid recibía ayer el 90% de mercancía con respecto a un día normal, aunque reconocen que hay problemas para la reexpedición de los productos a otras provincias a las que también aprovisiona.

Esta distinta afectación «ha contribuido a que se reaccione tarde, porque no se ha valorado la dimensión del problema». «Mientras dure esta situación nosotros seremos los que paguemos las consecuencias», señala Bonmatí.

El Gobierno ofreció el lunes una solución a los transportistas que, no sólo no ha convencido a la plataforma convocante de la huelga, sino que se han sumado otras organizaciones que no secundaban hasta ahora el paro.