Bruselas activa el mecanismo de Estado de Derecho para cortar los fondos húngaros

Bruselas activa el mecanismo de Estado de Derecho para cortar los fondos húngaros

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La Comisión Europea pondrá en marcha en los próximos días el Mecanismo de Estado de Derecho, un proceso que puede llevar a cortar miles de millones de fondos comunitarios a Hungría. Será la primera vez que se active este instrumento, concebido en verano de 2020, aprobado meses después tras superar el bloqueo de Budapest y de Varsovia y que se había dejado en el congelador hasta que el Tribunal de Justicia de la Unión se pronunciará sobre su legalidad primero, y a la celebración de las elecciones húngaras del pasado domingo. Ahora, sin más impedimentos y sin que haya mejorado en absoluto la relación entre el Gobierno de Viktor Orban y las instituciones, la pelea está a punto de comenzar.

El Mecanismo de Estado de Derecho era una reclamación de diferentes capitales, que querían un medio para poder fiscalizar mejor el acceso a fondos (de cohesión, estructurales, etc), condicionarlo a los valores recogidos en los Tratados. Los principios básicos de la Unión, en especial la independencia judicial, la igualdad ante la ley o la separación de poderes. Hay un consenso bastante amplio en que Hungría y Polonia llevaban años separándose de ellos, en una deriva autoritaria o como poco peligrosa, sobre todo en lo que afecta al poder judicial, pero no sólo. Por sus leyes sobre la familia, sobre los derechos del colectivo LGTBi, sobre los centros universitarios. Tras no lograr avances políticos ni diplomáticos, tras incontables choques en los tribunales e incluso el no cumplimiento de sentencias del TJUE (que ha impuesto el pago de multas millonarias diarias hasta que se haga), llega ahora el siguiente paso. «Esto activa un proceso que tiene su calendario específico, hay un proceso en marcha», ha dicho la alemana.

La Unión tiene muchas cosas, pero no instrumentos reales cuando un Gobierno simplemente se planta y no quiere obedecer lo que se ha comprometido a aceptar, o el resultado de una mayoría cualificada o una decisión de los tribunales. Está el Artículo 7 de los Tratados, la opción ‘nuclear’ que puede llevar en última instancia a dejar a una capital sin derecho de voto, pero eso requiere unanimidad en el Consejo. Y Hungría y Polonia se han cubierto mutuamente. Ahora, sin embargo, no pueden hacerlo. El Mecanismo de Estado de Derecho permite cortar el acceso a decenas de miles de millones de fondos europeos (ambos países no han recibido todavía siquiera el aprobado a sus planes de recuperación post Covid, por lo que tampoco están disfrutando de esos desembolsos) si hay pruebas suficientes, y Bruselas cree que sí. Y no requiere unanimidad.

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha confirmado ante el pleno de la Eurocámara en Estrasburgo que en los próximos días Hungría recibirá la primera carta, que da inicio a un proceso lento y farragoso, que abre un diálogo más específico. Pueden pasar muchos meses hasta una decisión real o hasta que la Comisión presente el tema a las capitales para que se mojen políticamente. Habrá intercambios, cartas, explicaciones, negociaciones debates, visitas, presiones, chantajes.

La Eurocámara precisamente había llevado a los tribunales a la Comisión por su pasividad. El mecanismo lleva mucho tiempo a disposición, desde enero de 2021, pero hubo un pacto a nivel de jefes de Estado y de Gobierno para que la Comisión no diera un paso hasta que el TJUE se pronunciara, algo que a los diputados les parecía vergonzoso y peligroso. Pero es que incluso una vez que esa sentencia llego, hace unos meses, tampoco hubo movimiento. El argumento eran las elecciones legislativas húngaras, que se celebraron el domingo. Bruselas no quería que Orban usara este proceso como arma electoral, ni que pudiera argumentar que la Unión interfería con el voto. Salvado ya ese escollo, están listos para la lucha.

Va a ser desagradable. Hungría es de por sí quien más trabas pone en la Política Exterior de la UE desde hace años, una de las más partidarias de suavizar el tono con Moscú, crítica con las sanciones. Si arranca una lucha abierta con las instituciones puede llevar su boicot un paso más allá, haciendo que el día a día de la Unión se vuelva mucho más complicado y hostil. En juego, como mínimo, hasta 22.500 millones sólo en fondos de cohesión para Hungría.

Políticamente el momento es singular. Orban sale reforzado de las elecciones, pero se ha distanciado de sus socios de Visegrado, que discrepan profundamente de su posición respecto a Rusia y las reacciones con la invasión. Durante años han formado un bloque en este tema contra Bruselas, pero ahora la Unión está volcada con Ucrania y con Polonia, que ha aceptado a millones de refugiados. Varsovia se libra por ahora del inicio del proceso formal, y en la capital comunitaria confían en que los lazos que se han creado, tanto por la agresión rusa como por la agresión bielorrusa en verano, se puede enderezar al menos uno de los dos fustes torcidos.