Alivio para el déficit de cereal y girasol en España por la guerra en Ucrania al poner en producción 600.000 hectáreas de barbecho

La medida ayudará a compensar el problema de las importaciones desde el granero de Europa tras la invasión por parte de Rusia Leer

Alivio para el déficit de cereal y girasol en España por la guerra en Ucrania al poner en producción 600.000 hectáreas de barbecho

La medida ayudará a compensar el problema de las importaciones desde el granero de Europa tras la invasión por parte de Rusia Leer

El gran déficit de cereal y girasol que estaba teniendo España desde el estallido de la guerra de Ucrania -que se traducía no sólo en la pérdida de materia prima sino en el encarecimiento de estos productos- puede comenzar a aliviarse con la decisión tomada por la Unión Europea -a iniciativa del Ministerio de Agricultura- de permitir el uso de tierras en barbecho para pasto o cultivo en esta misma campaña de 2022. En concreto, desde la aplicación esta semana en el BOE de la norma, se permite utilizar hasta 600.000 hectáreas con el fin de compensar las dificultades en la importación desde el gran granero de Europa. Antes de la invasión rusa del 24 de febrero, Ucrania exportaba cada mes cinco millones de toneladas de productos agrícolas a través de los puertos de Odesa y Nikolaev, que ahora se encuentran bloqueados.

España, deficitaria en la producción de cereales, importa de Ucrania el 30% del maíz que necesita anualmente destinado a la elaboración de piensos para la alimentación animal, el 17% del trigo, el 60% de aceite de girasol, el 31% de las tortas de aceites vegetales y el 15% de leguminosas en grano. En concreto, nuestro país importó en el último año de Ucrania 2,7 millones de toneladas, el 22 % del que se consume, principalmente para fabricar piensos. Según datos del Ministerio de Agricultura en Kiev, las pérdidas de Ucrania por no poder exportar suman ya más de 1.500 millones de dólares, En la campaña 2020/2021, Ucrania fue el segundo proveedor de maíz de España, por detrás de Brasil.

Ante esta situación, en España ahora se podrá cultivar cereal y girasol en el 10% de total de las 21,5 millones de hectárea de superficie útil que existen en España, una medida excepcional porque la Política Agraria Común (PAC) obligaba a dejar un 5% de la tierra en barbecho, aunque en el total del país finalmente se declararon el año pasado un 10% de este uso, unos 2,2 millones de hectáreas. Esta medida se une a la resolución publicada el 14 de marzo para facilitar la entrada en España de maíz de Argentina y Brasil gracias a una flexibilización temporal de los requisitos fitosanitarios para la importación.

En los años previos, las tierras barbecho se habían declarado como superficie de interés ecológico para cumplir las normas de diversificación de cultivos del pago verde y poder cobrar así las ayudas desacopladas de la producción, que con este cambio de normativa no corren el riesgo de desaparecer.

«Es una medida positiva», considera Donaciano Dujo, de 57 años y con 37 de experiencia en el sector del cereal en su explotación de Ledigos (Palencia). «Somos un país muy dependiente de las importaciones de cereales y oleaginosas de esta zona», destaca, sobre todo «porque Europa se ha creído que España y sus agricultores éramos ricos y por tanto no necesitaríamos cultivar más tierras y las teníamos que dedicar a que los animales se alimentasen en ellas o a que se convirtieran en zonas verdes así que se nos obligaba a comprar materia prima de terceros países cuándo la podíamos producir aquí perfectamente».

Para el presidente regional de Asaja en Castilla y León, «no por la guerra, sino siempre, se debería de dar total libertad al agricultor español para sembrar lo que considere oportuno; debería de ser una decisión suya basada en la rentabilidad de sus producciones y que no te la marquen desde fuera». En este sentido, apuntó que en su comunidad, la segunda con mayor porcentaje de tierras de barbecho, se cultivarán algo menos de la mitad (entre 150.000 y 200.000) de las 500.000 disponibles para contar con más cereal y girasol: «No es la solución, pero va a ayudar, aunque no dejaremos de ser dependientes hasta que no existe libertad total de producir».

Así, España consume anualmente de media entre 35 y 40 millones de toneladas de cereal y sin embargo se siembran en las explotaciones de nuestro país como mucho 28 millones: «Así que nos veíamos obligados a importar entre 10 y 15 millones de toneladas», grosso modo. En cualquier caso, Donaciano Dujo recuerda las enormes subida de los precios de los cereales, mucho antes incluso de la guerra en Ucrania, desde el año pasado, alrededor de 40 euros por tonelada, situándose en la actualidad en 330 euros/tonelada cuando en 2021 se situaba sobre 200 euros, además de las subidas de los fertilizantes (400%), la electricidad (300%), el nitrato (de 200 euros la tonelada a 1.000); los abonos, prácticamente el doble, de 300 a 600 euros la tonelada.

Desde el punto de vista técnico, las explotaciones que dispongan de entre 10 y 30 hectáreas de tierra de cultivo tendrán que tener al menos dos tipos de cultivos diferentes, sin que el principal suponga más del 75%. En el caso de las explotaciones de más de 30 hectáreas de tierra de cultivo, se deben cultivar al menos tres tipos diferentes, de tal manera que el principal no suponga más del 75% del total y los dos cultivos mayoritarios juntos no superen más del 95%.

En este sentido, el propio ministro de Agricultura, Luis Planas, destacó ayer que la sostenibilidad de la producción vegetal es perfectamente compatible con la seguridad alimentaria